Las producciones audiovisuales de Pasolini en Medellín, se logran gracias a los procesos de formación, realizados bajo la orientación de “transferencia parcial de saberes, técnicas y medios; se trata de una conexión contingente, un diálogo situado que no pretende una ilusoria “transferencia total”, ni la concesión de la autoría etnográfica de los interlocutores. En ese sentido la incidencia del colectivo de profesionales en antropología es más afín a la
co-creación y codirección, que a una horizontalidad total o apuesta ética que busque la no afectación de las poblaciones estudiadas”. (Cataño, 2012. p. 99)
La técnica de trabajo privilegiada por Pasolini es el taller,[1] al buscar a través del diálogo crear las condiciones para remirar el barrio y precipitar los relatos audiovisuales, que pueden emerger gracias a las técnicas basadas en recorridos etnográficos, ejercicios de memoria a partir de fotografías (familiares y comunitarias) y cartografías cognitivas. Estas técnicas son apropiadas para los procesos de producción audiovisual etnográfica de Pasolini, que considera los momentos de la investigación, etnografía-creación-realización, como procesos de comunicación indisolubles.[2]
[1] Los talleres permiten cuestionar el juego “ver naturalmente”, al confrontar la mirada inocente, pues el lente jamás será neutral, jamás será imparcial mientras tenga una persona tras de sí. Se busca que los participantes del proyecto de audiovisual etnográfico, logren re-mirar su condición de “etnógrafos nativos”, para salir luego a su entorno a intentar capturar con aparatos esa contaminación perceptiva en las imágenes.
[2] Estos procesos de creación-producción audiovisual son del director de cine Víctor Gaviria, para él los guiones y películas van surgiendo en la interacción y el acercamiento directo a los universos de la gente. De modo que, “etnografiando” se van creando los personajes y las situaciones que conformarán la secuencia temporal de los guiones y posteriormente de la película. Nunca se sabe cuál será la historia, pues la historia misma se va ensamblando en el contacto con los distintos universos y con los seres que la habitan. (Cataño, 2012: 100)
Gracias a la producción-creación audiovisual de Pasolini en Medellín es posible recuperar la voz de los jóvenes populares y a través de ellos, revisar las formas de poblamiento que se suceden en la “márgenes urbanas” de Medellín. Veamos algunos de los trabajos audiovisuales que reconstruyen las vivencias de los/las jóvenes en relación con las márgenes urbanas:[1]
Un barrio muy popular (2008),[2] recupera la voz de los pobladores del barrio Popular 1 de Medellín -situado en los bordes de la zona nor-oriental-, un lugar con muchos rostros e historias, donde hombres y mujeres desplazados, buscan construir su espacio vital en los bordes de la ciudad, comienza a poblar una loma a base de autogestión y construcción informal de viviendas y servicios básicos. Estos pobladores cuentan: “vi aparecer la primer iglesia, la pequeña escuela, las primeras casas”. “Cuando llegamos aquí, no existía nada, nada”, el poblado empezó con casas de cartón y lata”; el barrio surge por la fuerza del trabajo comunitario y su principal enemigo es el Estado, que busca imponer el orden en el manejo de los bordes urbanos, por ello Un barrio muy popular sufre fuertes persecuciones por su ocupación ilegal del territorio.
[1] La serie de documentales hacen parte del proyecto Memorias del Pasado, Ficciones del Futuro (2010 – 2011). INER, Universidad de Antioquia, Corporación Pasolini en Medellín.
[2] Guion y dirección: Elsy Galeano & Eleison Figueroa. Producción: Corporación Pasolini en Medellín. Con el apoyo de Vicerrectoría de Extensión y el Instituto de Estudios Regionales (INER) de la Universidad de Antioquia, la Fundación para el Fomento de la Educación Popular y la Pequeña Industria (FEPI). Año de realización: 2008. Duración: 24´.
Si pudiéramos (2008),[1] relata la historia de amor imposible entre una pareja de jóvenes, separados por las “fronteras invisibles” que instalan las bandas de narcotráfico en los barrios; si bien los jóvenes enamorados no pertenecen a grupos armados, sus hermanos y amigos –vinculados a la guerra urbana y al microtráfico- no aceptarán que aparezcan relaciones afectivas entre territorios encontrados. Cada banda cuida su territorio bajo el influjo de la fuerza armada, y si alguien cruza al territorio enemigo su vida corre peligro.
Con la casa al hombro (2011) relata cómo llegan a la ciudad de Medellín muchos jóvenes afrodescendientes y sus familias, huyendo del terror de los grupos armados o, algunas veces, en busca de nuevas oportunidades de vida. Traen consigo sus dramas, sus memorias de destierro y su dolor. Pero también traen esperanzas, sueños y una tradición cultural rica en conocimientos y saberes. En este documental, los relatos del viaje que han emprendido cinco jóvenes afrocolombianos nos muestran las diferentes tonalidades de una movilidad que pareciera no terminar y nos acercan a las problemáticas del desarraigo y el reasentamiento en la ciudad.
En la narración Con la casa al hombro es posible reconocer diversas formas de poblamiento de las “márgenes de urbanas” de Medellín, al presentar un viaje ficcionado -en ningún sentido ficticio- de una familia que debe huir de su tierra por presiones de grupos armados. En el relato vemos las historias de vida de cinco jóvenes afrodescendientes, quienes narran sus vivencias sobre el desplazamiento y las formas de habitar Medellín, en condición de desplazados regionales e intra-ubanos.
[1] Guion y dirección: Alexis Arroyave. Producción: Corporación Pasolini en Medellín. Con el apoyo de FEPI y Ministerio de Cultura. Año de realización: 2008. Duración: 24’.